lunes, 7 de noviembre de 2011

Señales



Al concluir una conferencia en La Haya, Holanda, se me acercó un grupo de lectores. Querían que visitase la ciudad donde vivían ya que, según ellos, allí estaba teniendo lugar una experiencia única en Europa. Estoy vacunado contra las “experiencias únicas en el mundo”, pero al mismo tiempo me encanta conversar con desconocidos. Así acepté una cita para el día siguiente.

Los lectores, dos chicas y cuatro muchachos, me condujeron hasta la ciudad de Drachten. Salimos del coche, ellos tomaron una cerveza y yo un café. Me miraban sorprendidos pero yo no entendía qué pasaba. Al cabo de un rato, uno de ellos preguntó:

-¿No ha observado nada especial?

- Una ciudad pequeña, bonita, en un otoño que todavía parecía verano. Aparte de eso, igual a todas las otras ciudades de este mundo que conozco.

- Usted me ha decepcionado, dijo una de las muchachas. Pensaba que Usted creía en las señales.

. Claro que creo en las señales

- ¿Y ha visto alguna señal aquí?

- No.

- Pues de eso se trata! Drachten es una ciudad sin ningún tipo de señal.

Su novio continuó:
- ¡De tránsito!

De repente me dí cuenta de que tenía razón. No existía la famosa placa de “Stop”, las líneas de paso de peatones, las señales de cruce y de “ceda el paso”. ¡No había un sólo semáforo! Y para sorpresa ni siquiera existía división entre acera y calzada. Y no es que hubiera poco movimiento. Camiones, coches, bicicletas, peatones, todo parecía pefectamente organizado en medio de la orfandad de señales. Nunca oí un insulto, frenadas o bocinas ensordecedoras.

Camino del aeropuerto - viajaba esa noche a París - me contaron más sobre la experiencia que, admito, es realmente singular.

La idea nació de un ingeniero, Hans Mondermann, que trabajaba para el gobierno holandés en los ‘70. Pensó que la única manera de reducir el reciente nú-mero de accidentes era darle al conductor la total responsabilidad de lo que hiciera.

Su primera decisión consistió en reducir la longitud de las calles que pasaban por los pueblitos, usar ladrillos rojos en lugar de asfalto, quitar la línea central que separa los dos sentidos y llenar las alamedas con fuentes y paisajes de modo que los atrapados en los embotellamientos pudieran distraerse mientras esperaban.
Inmediatamente después vino la decisión más radical: quitar las señales de tránsito y acabar con el límite de velocidad.

Al entrar en la ciudad, los 6.000 conductores que pasaban por ahí diariamente se asustaban: ¿Dónde puedo doblar?. O ¿Quién tiene prioridad?, se preguntaban. Y de este modo comenzaban a prestar el doble de atención a lo que sucedía a su alrededor.

Dos semanas más tarde, la velocidad media estaba por debajo de los 30 km/h permitido en localidades como Drachten. Mondermann apostaba fuerte: “Si un peatón va a cruzar la calle, por supuesto que los coches se detendrán, nuestros abuelos ya nos enseñaron las reglas de cortesía”.

Hasta ahora, el tiempo le da la razón. Llegué al aeropuerto pensando que Modermann no sólo hizo un experimento sobre el tránsito sino uno más profundo.

A fín de cuentas, suya es la frase: “Si tratas a una personas como a un idiota, se comportará según el reglamento y nada más. Pero si le das responsabilidad, sabrá usarla”.

jueves, 18 de agosto de 2011

¿Te suena la indiferencia?

¿Te parece familiar la indiferencia de las personas mientras caminas por la calle?
¿Te resulta conocido que la gente camine absorta en su mundo sin cruzar una mirada?
¿Y cual sería tu reacción si un "loco suelto" anduviera por aquí y allá ofreciendo un abrazo gratis?
Que diferente sería este mundo si todos, absolutamente todos abrazáramos al menos una persona en el día....
Cuantas historias cambiarían por el solo hecho de mediar un abrazo dado con el corazón y el alma...

¡Abrazos entonces!



domingo, 10 de julio de 2011

La solución mas simple...




Una compañía que fabricaba pasta de dientes tenía un gran problema:
Recibía muchas quejas de los clientes porque algunas de las cajas estaban vacías, así que el presidente (el CEO) de la marca decidió contratar una empresa que resolviese el problema.

Los consultores estudiaron la situación y tras sesudas discusiones y tras analizar todas las opciones, determinaron instalar un sistema de básculas sumamente sensibles que detectaban las cajas vacías. En ese momento, la línea de producción se detenía, sonaba una alarma y uno de los trabajadores debía ir y retirar la caja vacía para que el proceso de fabricación pudiera continuar.
El sistema funcionó a la perfección, tras seis meses y los 8 millones de dólares que se invirtieron por la consultoría y la fabricación, instalación y calibración de las básculas y el entrenamiento del personal. Esto consiguió que se detectaran todas las cajas vacías, y cada día se mandaba un reporte al CEO de la empresa mostrando el número de piezas defectuosas que se habían identificado.
Sin embargo, poco después el CEO notó que los reportes mostraban cada vez menos cajas defectuosas, y algunos días el número era de cero. Intrigado, decidió ir a investigar, y en la línea por donde pasaban las cajas descubrió que alguien había instalado un ventilador de 20 dólares.
Preguntó a uno de los trabajadores qué era eso, y este respondió que el chico responsable de ir a retirar las cajas vacías cada vez que sonaba la alarma estaba harto de tener que correr al otro lado de la banda para quitar los empaques, así que instaló el ventilador, que sacaba de la línea las cajas vacías (que eran más ligeras) y dejaba en su lugar las que sí contenían un tubo de pasta de dientes en su interior.
La solución más simple siempre es la mejor!

Cuando te encuentres atascado en una solución compleja...
¡Tira todo y empieza de nuevo, seguro hay una manera mas simple y directa!

Abrazos del alma!

jueves, 7 de julio de 2011

La suma de talentos



Si la nota dijera:
"No es una nota que hace una música".
...no habría sinfonía.

Si la palabra dijera: 
"No es una palabra que puede hacer una página".
...no habría libro.

Si la piedra dijera:
"No es una piedra que pueda montar una pared".
...no habría casa. 
   
Si la gota dijera: 
"No es una gota que puede hacer un río".
...no habría oceáno.

Si el grano dijera: 
"No es un grano de trigo que puede sembrar un campo".
...no habría cosecha.

Si el hombre dijera: 
"No es un gesto de amor que puede salvar la humanidad",
jamás habría justicia y paz, dignidad y felicidad en
la tierra de los hombres.

Como la sinfonía necesita cada nota.
Como el libro necesita cada palabra. 
Como la casa necesita cada piedra.
Como el oceáno necesita cada gota del agua.
Como la cosecha necesita cada grano de trigo.
La humanidad entera Te necesita, pues donde 
estés, eres único y, por tanto, insubstituible. 

TODOS SOMOS NECESARIOS

(Michel Quoist)

lunes, 9 de mayo de 2011

¿Cual es tu misión?



Habia una vez un escritor que vivía a orillas de una enorme playa virgen donde tenía una casita donde pasaba temporadas escribiendo y buscando inspiración para su libro.
Era un hombre inteligente y culto, con sensibilidad acerca de las cosas importantes de la vida.
Una mañana mientras paseaba a orillas del mar vio a lo lejos una figura que se movía de manera extraña como si estuviera bailando.
Al acercarse vio a un muchacho que se dedicaba a recoger estrellas de mar de la orilla y lanzarlas otra vez al mar.
El hombre preguntó al joven que estaba haciendo.
Este le contestó: "Recojo las estrellas de mar que se han quedado varadas y las devuelvo al mar, la marea ha bajado demasiado y muchas morirán".
Dijo el escritor: "Pero esto que haces no tiene sentido, primero es su destino, morirán y serán alimento para otros animales y además hay miles de estrellas en esta playa, nunca tendrás tiempo de salvarlas a todas".
El joven miró al escrito, tomó una estrella de mar de la arena, la lanzó con fuerza por encima de las olas y exclamó: "para ésta... si tiene sentido".
Es escritor se marchó un tanto desconcertado, no podía explicarse una conducta así."
Esa tarde no tuvo inspiración para escribir y en la noche no durmió bien, soñaba con el joven y las estrellas de mar por encima de las olas.
A la mañana siguiente corrió a la playa, buscó al joven y le ayudó a salvar estrellas.

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¿Y tú?
¿Ya sabes cuál es tu misión?

Abrazos del alma!